Pero ni con este temor en la piel es capaz de renunciar a la cirugía estética. Brooke Shields admite el uso del botox, pero asegura que se muestra cautelosa sobre próximos tratamientos. “Quiero un tratamiento de láser, porque no soy fan de mis arrugas”, admite. A sus 44 años, la actriz está buscando el equilibro entre sus arrugas y las consecuencias de la cirugía: “Tengo que encontrar a alguien con un toque de luz. Tengo miedo de acabar pareciendo el Joker”.
En un entrevista a la revista Ladies’ Home Journal, Brooke Shields asegura que todavía está luchando por encontrar el equilibrio entre su vida privada y su trabajo. “No sé si alguna vez te sientes equilibrada, las personas que dicen que lo consiguen están mintiendo”, asegura. “Quiero poder hacer los proyectos que quiero hacer y ser la madre que mis hijas quieren”, explica.
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